
«Con Milei o sin él», la revuelta de las Fuerzas del Cielo
- 11 septiembre, 2025
- 0
En el intrincado tablero de la política argentina, donde las lealtades se deshacen como arena entre los dedos y las ambiciones se traman en susurros, el mileísmo enfrenta su momento de mayor fragilidad.
La estrepitosa derrota en Buenos Aires, con La Libertad Avanza (LLA) desplomada al 34% frente al 47% de Fuerza Patria, no fue un simple revés electoral: fue el sismo que dejó al desnudo las fracturas de un movimiento en ebullición, orquestado desde las sombras por Santiago Caputo, el arquitecto de la victoria de 2023.
Fuentes del círculo íntimo del poder confirman que esta «revolución libertaria» empieza a deslizarse sigilosamente hacia un horizonte que no necesariamente incluye a Javier Milei como faro, tejiendo un relevo para 2027 si el presidente no corrige el rumbo, mientras voceros no oficiales como Alejandro Fantino atizan las críticas contra los traspiés del gobierno, señalando el silencio oficial ante escándalos como los audios de Diego Spagnuolo.
La debacle bonaerense y el grito de la tropa
Los números son implacables, y en el Conurbano, donde el peronismo reconquistó 104 de 135 municipios, el mensaje fue devastador. Milei, en un intento por contener el daño, multiplicó las reuniones de Gabinete -tres en una semana, un hecho insólito en su gestión- y creó una «mesa política» con Karina Milei, Guillermo Francos, Patricia Bullrich, Martín Menem, Manuel Adorni y el propio Caputo.
Pero en esa misma mesa, según allegados a la Casa Rosada, Caputo advirtió al presidente que su «rebelión de tuiteros» se le escapa de las manos. Daniel Parisini, el «Gordo Dan», Esteban Glavinich («Traductor Te Ama») y Mariano Pérez, todos del entorno de Caputo, impulsaron el hashtag #MileiEscuchanos, exigiendo purgas como la de Eduardo «Lule» Menem y Sebastián Pareja, vistos como peones de Karina.
«DT, ordene ya el equipo», posteó Parisini, cristalizando el hartazgo de una base que acusa al armado electoral de haber flirteado con «la casta», diluyendo la pureza ideológica con pactos oportunistas.
Las Fuerzas del Cielo: un ejército en las sombras
Esta tropa virtual, autoproclamada «Las Fuerzas del Cielo» -en alusión al pasaje de Macabeos que Milei cita como mantra («la victoria no depende del número de tropas, sino de la fuerza del cielo»)-, trasciende el ruido digital.
En San Miguel, cuna libertaria, Parisini la presentó como «la guardia pretoriana del presidente», con estandartes bordó que evocan la Roma imperial y lemas como «Dios, patria, familia».
Fuentes internas de las Fuerzas del Cielo confirman que, en chats privados de sus principales referentes, la consigna «Con Milei o sin él» comenzó a circular como un manifiesto tácito de la rebelión, aunque ninguno de los involucrados salió luego a confirmar o desmentir esas palabras, optando por un silencio que resuena con más fuerza que cualquier proclama.
Estas mismas fuentes aseguran que Caputo coordina este brazo ideológico para disputar el territorio en el Conurbano, institucionalizando a la agrupación como el alma de LLA, con o sin el aval de Milei. La oposición tildó este movimiento de «eco autoritario», pero para sus fieles, es la vanguardia de una revolución que mira más allá del líder.
En los pasillos del poder, una pregunta resuena: ¿será Santiago Caputo el «Marco Junio Bruto» que libere a la Argentina del imperio de los hermanos Milei, para entronizar a un nuevo líder alineado con las Fuerzas del Cielo, dispuesto a llevar la bandera de la revolución «con Milei o sin él»?
Los audios que encendieron la mecha
Los audios de Diego Spagnuolo, ex jefe de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), fueron la chispa que desató el incendio. Filtrados en agosto, revelan un supuesto esquema de coimas en compras de medicamentos -8% de retención para «subir a la Presidencia»-, con Karina cobrando un 3% y «Lule» Menem como operador de la «repartija».
Spagnuolo no escatima: «Karina era una mina que hacía tortas, tiraba las cartas y hoy maneja todo esto, ¿cómo hacés?». Critica el entorno como «olor a podrido» y la pasividad de Javier: «Milei no delega, se desentiende». Fantino, en su programa, admitió que «el 90% de los argentinos se enteró», y aunque desvió culpas al «aparato K» con un estallido contra el peronismo («el asco que les tiene la gente»), el daño fue irreparable.
Karina, con una imagen negativa de -62 en sondeos digitales, se convirtió en el blanco principal de las demandas de «rueden cabezas», con Menem y Pareja en la mira. La Justicia allanó a Spagnuolo y la droguería Suizo Argentina, y nuevos audios confirman que fue grabado sistemáticamente, con mensajes borrados en su celular, intensificando una investigación por coimas que sacude el núcleo mileísta.
Encuestas como la de Management & Fit muestran que el 94% de los bonaerenses conoce el escándalo y exige respuestas de la hermana presidencial, alimentando la narrativa de una revolución que no duda en cuestionar a sus propios íconos.
Bullrich: la bisagra de la transición
Patricia Bullrich, maestra en navegar tormentas políticas -de la JP montonera al macrismo y ahora al mileísmo-, emerge como la bisagra de este ajedrez.
Fuentes de su círculo íntimo revelan que, en chats de WhatsApp privados, comenzó a deslizar críticas por los errores de campaña, señalando a los hermanos Milei como responsables de la debacle bonaerense.
Sus reuniones en Olivos con Milei y Caputo se intensifican, y su rol en la mesa política post-derrota es pivotal. Confirmada como candidata a senadora por CABA para el 26 de octubre, Bullrich deja el Ejecutivo, abriendo la puerta a un «hombre de Caputo» en Seguridad.
Personas cercanas al poder aseguran que ella y el asesor se necesitan: Bullrich, para blindarse ante el desgaste de LLA; Caputo, para erosionar el monopolio de Karina en el armado territorial.
Los rumores de ruptura para 2027 crecen, pero Bullrich, con sus sueños presidenciales intactos, parece tejer un nuevo triángulo de hierro junto a Caputo y un actor emergente aún en las sombras.
Fuentes del entorno revelan sondeos preliminares con un par de gobernadores del interior, figuras con arraigo y buena imagen, para sumarlos a un esquema post-Milei que fortalezca el armado nacional de cara a 2027, combinando la mística libertaria con el pragmatismo de liderazgos provinciales capaces de disputar el poder federal.
El ultimátum de 2027
La estrategia de Caputo es quirúrgica: impulsa un «gabinete de unidad» con PRO y peronistas anti-K para limitar a Karina y los Menem, pero topa con la resistencia de la secretaria general, que marginó a Agustín Romo -aliado del asesor- de la mesa bonaerense en un claro desafío.
La desilusión en la tropa propia se agrava con decisiones como el veto a la ley de financiamiento universitario y la emergencia en discapacidad, que generaron críticas incluso entre sectores libertarios que ven en la inflexibilidad de Milei un error estratégico.
Mientras Caputo aboga por un bisturí que recorte excesos como pensiones mal otorgadas, la «motosierra» de Milei -que corta sin distinguir entre beneficiarios legítimos y fraudulentos- ha dejado a discapacitados, jubilados y niños sin recursos esenciales, avivando el malestar social y político.
Una cumbre en Olivos, convocada por Milei para reformular la campaña y calmar la interna, reveló la profundidad de la fractura: Caputo pidió abrir el juego a sectores no peronistas, mientras Karina insistió en centralizar el control, según fuentes cercanas.
Gobernadores cuestionan la «agresividad» post-derrota, y aliados del PRO evalúan desmarcarse. Milei promete «correcciones», pero el mercado ya castigó con caídas en la Bolsa, evocando el 2019.
Fuentes del entorno presidencial advierten que, si el líder no pivotea, 2027 será el año de la purga: Caputo desde las sombras, Bullrich como puente y una base digital sedienta de cambios, todos susurrando que la revolución puede seguir «con Milei o sin él».
La «revolución libertaria» no frena; solo busca un nuevo capitán. En este tango de traiciones, el que baila solo, pierde.
fuente NA