TRUMP, UN NEGOCIADOR INCÓMODO PARA OCCIDENTE
- 3 marzo, 2019
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Por Nicolás Tereschuk
Estados Unidos y todos los países industrializados de Occidente están preocupados por el seguro ascenso de China a la cima del poder global, aunque a las elites del mundo desarrollado también les inquieta que sea justamente Donald Trump quien hoy está en la primera línea del tironeo con el gigante asiático.
Es que las excentricidades de Trump, un presidente acosado por escándalos políticos y judiciales cada vez más graves en su país, su uso de las cuestiones externas, sea la disputa con China o las bravuconadas de aventuras bélicas en Venezuela para tratar de apalancarse internamente, no lo ubican como un socio confiable.
Una clara escena de esta situación se vio hace pocos días cuando en una insólita escena discutió con su propio jefe de negociadores ante China frente a periodistas en el Salón Oval.
En un informe reciente, el «think tank» Brookings Institution salió a cuestionar la estrategia de Trump ante China, al señalar que, de lograrse un acuerdo, puede ser apenas como una «hoja de higuera» que cubra solo una ínfima parte del problema y de una manera muy frágil.
«La Organización Mundial de Comercio (OMC) debería ser central para resolver las tensiones entre Estados Unidos y China.
Argumentamos a favor de una estrategia de varios niveles, incluyendo acciones multilaterales, bilaterales y unilaterales», señaló la entidad, en una clara diferenciación con la actitud de «llanero solitario» de Trump.
Puntualmente, desde Brookings señalaron que en este enfoque de «múltiples facetas», Estados Unidos «necesita mantenerse fiel a sus valores y no aceptar ventajas de corto plazo o acuerdos de ‘hoja de higuera'».
«En particular, crear una relación comercial ‘manejada’ con China no puede ser un resultado constructivo. En lugar de eso, Estados Unidos debería trabajar con China para acordar soluciones de largo plazo», subrayó el centro de estudios.
Dicho de manera más clara, la estrategia de negociación «mano a mano» de Trump, poniendo plazos que luego deben ser removidos – como lo que ocurrió este viernes- no parece lo más serio, visto desde los ojos del establishment de Estados Unidos -aunque también del de Europa-.
«El acuerdo al que se llegue debe tomar en cuenta las cuestiones reales, desde las formas del libre mercado y fortalecer el sistema global multilaterial de comercio y la vigencia de la ley que los Estados Unidos han impulsado en la era de posguerra», argumentó.
Así las cosas, haced pocas horas, aunque sus asesores argumentan que la posibilidad de un acuerdo definitivo con China está cerca, Trump advirtió que podría dar un portazo en esas negociaciones.
«Siempre esetoy preparado para retirarme» de las negociaciones, señaló Trump en declaraciones que realizó en Hanoi, después del estruendoso fracaso de su cumbre con el líder norcoreano Kim Jong Un, probablemente el país en el que más influencia tiene china.
La situación es tan desconcertante, que en un mensaje a través de redes sociales formulado este viernes, el presidente de Estados Unidos dijo que le pidió a China «remover inmediatamente todos los aranceles en nuestros productos agrícolas» incluyendo carne vacuna y de cerdo.
Al mismo tiempo señaló que extendió el plazo para subir aranceles a todos los productos chinos, tal como había amenazado.
Lo que también se postergaron fueron las tratativas, por lo que aún no hay fecha para la próxima reunión que mantendrá con el presidente chino, Xi Jinping.
Mientra tanto, el gigante asiático tiene sus propias preocupaciones: en las últimas horas se conoció que la producción industrial en febrero tocó su punto más bajo en tres años, en parte por la forma lánguida que muestra la economía global.
El martes próximo, el premier Li Keqiang ofrecerá un reporte ante la Asamblea Popular Nacional y se espera que anuncie medidas para apoyar a las pequeñas empresas, impulsar la demanda y resguardar empleos.
Es posible que también ponga sobre la mesa recortes impositivos en el marco de una economía que se mueve a la velocidad más lenta desde 1990.
El objetivo de crecimiento estaría entre el 6 y el 6,5 por ciento este año -en 2018 la expansión fue del 6,6 por ciento en 2018, menos que un año antes-.
Como siempre, los ojos del mundo están en la estabilidad del sistema económico chino, donde siempre se alerta por alguna gran crisis financiera, aunque hasta el momento eso no haya ocurrido.
El telón de fondo es la «guerra comercial» con Estados Unidos y el imprevisible Trump, lo que no da muchas seguridades a nadie.