El nivel de riesgo por el uso medicinal del cannabis «es bajo», mientras que los beneficios pueden alcanzar a muchas enfermedades, ya que «casi todos los órganos y sistemas tienen sitios para que puedan ejercer su efecto los cannabinoides, principios activos de la planta».

Así lo aseguró la farmaceútica Pilar Estevan, quien recomendó a las personas interesadas «explorar esta posibilidad con productos que tengan control de calidad, composición conocida y con el acompañamiento profesional médico y farmacéutico adecuado».

La especialista indicó que «conociendo los efectos del cannabis y los cannabinoides sobre la salud, se comprende el uso medicinal, anti-inflamatorio, analgésico, protector y reparador del tejido nervioso, anticonvulsivante, relajante muscular, antiespasmódico, inductor del sueño, regulador de la inmunidad, antioxidante, preventivo de la recaída y del Síndrome de abstinencia».

«Como sucede con otras medicaciones, no todos los casos logran el mismo grado de respuesta positiva, aunque son muchas las enfermedades en las que se evidencian beneficios concretos: epilepsia, Parkinson, Alzheimer, esclerosis múltiple, Síndrome de G. Tourette, autismo, Enfermedad de Crohn y otras enfermedades intestinales inflamatorias, anorexia, ansiedad», enumeró.

La experta, gerenta de Farmacia de la cadena Farmacity, advirtió que «queda mucho por saber y confirmar en cuanto a usos», y señaló que «surge entonces un nuevo camino donde el farmacéutico ejercerá un rol como educador y asesor de los pacientes».

«Será fundamental la formación académica específica del personal de salud, sobre todo en el corto plazo hasta que la sinergia pública-privada encuentre un equilibrio que permita mejorar la vida de las personas», indicó.

La diversa investigación científica en el mundo y la difusión de información han contribuido a que el uso medicinal del cannabis se haya extendido en distintos países.

En la Argentina, ya está autorizada la producción y el cultivo del cannabis para uso sanitario, en sintonía con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del 2018 para eliminar el cannabis y el aceite de cannabis de la categoría más estrictamente controlada en la convención única de 1961 sobre estupefacientes.